Cada vez que te veo es más triste que la última. No es tu aliento alcohólico, ni tu cobardía, tampoco es tu manera de pretender que no ha pasado nada. Dos personas me han decepcionado en lo poco que va de mi vida, tú fuiste la primera. Hace un mes que me di cuenta, soñé como te abrazaba en las escaleras de mi casa, fuertemente, como si no quisiera dejarte, llorándote, reclamándote, sabiendo no sólo que te habíamos perdido, sino que nunca te recuperaríamos; y no es la primera vez que sucede. Si alguna vez tuve un ídolo, fuiste tú. Te quise como si hubieras sido mi padre, porque tú me trataste como si fuera tu hijo. Eras mi ejemplo a seguir. ¿Quién mejor que tú para compartir mi emoción por Star Wars? Ninguna frase puede describir mejor cómo me sentí esa noche, que la de tu esposa:
- ¿Cómo está el Eduardo?
- Lo mataste.
Y ese es el pinche problema, que lo sabes, que tuviste la oportunidad de cambiar las cosas para ser tu mejor versión, y te rajaste. Que cada vez que me ves, nos duele, porque sabes que la cagaste, y lo único que puedes hacer es intentar componer las cosas cuando nunca lo vas a lograr. No se puede. Entonces en el uno contra uno, me abrazas como nunca, como si con ese abrazo quisieras enmendar tu error, y dices cosas como: eres grande viejo, aquí, yo lo sé, eres grande. Tú también lo eres pendejo, pero no tuviste/tienes los huevos para actuar, y eso te hace un mediocre, uno más. Y yo tampoco tengo los huevos para decirte esto en la cara, quizá por eso me haces sentir tanto coraje, por eso me esfuerzo con tantas ganas en no repetir lo que tú le hiciste a mi familia, porque en el fondo soy igual de mediocre que tú. ¿Pero yo qué?, imagínate qué hiciste con Ella, con tus hijos, si a mí me partiste la madre, ¿cómo se habrán sentido ellos? ¿Qué pinches fibras moviste que tu hijo más grande adoptó tu rol en casa?
No hay comentarios:
Publicar un comentario